Cuentos al borde de un Estado de histeria, de Masiel Zagal

Dentro de la sólida narrativa maulina, donde podría incluirse a Mariano Latorre, Marta Jara, en cierta medida José Donoso, Guillermo Blanco y Óscar Bustamante, entre otres, sin duda Masiel Zagal (Rari, 1984) se nos revela como una escritora de enormes proyecciones en la literatura chilena.

Hoy nos entrega Estado de histeria, su segundo volumen que agrupa once cuentos. En ellos confirma el estilo mordaz, sutil, irónico, culto y elegante para referirse a las cosas más inverosímiles del diario vivir sin que se le mueva un músculo de la cara, aunque la procesión vaya por dentro.

MZ, quien se autodefine como madre, hija, profesora, temporera, secretaria, compañera de gates, reponedora, acomodadora de cine y reportera al cubo, es esencialmente artista. Su mirada sobre la realidad de aquí y de allá es profunda; transfigura la lógica de los acontecimientos, siempre desenmascarando o deconstruyendo la cultura de género, patriarcal y machista. No reconoce abiertamente, en todo caso, que su segundo libro sea de carácter feminista, pero su escritura sí lo es, y en buena hora. Con Masiel hay que andarse con cuidado; en cualquier parte nos deja al desnudo, sin argumentos, o nos revela la hipocresía de nuestro proceder público y privado con fina e implacable lucidez, casi con elegancia y esa rara inteligencia de las elegidas que, a la vez que seduce, intimida. Así desacraliza en cada historia que vamos leyendo a funcionarios burócratas, la ingenua fe del carbonero, intelectuales fantoches, machitos de callejón, como así también modos de vida completamente anodinos y ayunos de la noción humana y estética más elemental.

ARTÍCULO DEL LIBRO «ESTADO DE HISTERIA»

por bernardo gonzález koppmann

De su personal voz o propuesta escritural se desprende que posee un amplio conocimiento del mundo popular poblacional y campesino, donde hablantes rústicos inmersos en diferentes experiencias de vida se debaten entre el cielo y la tierra, pero junto a ellos encontramos personajes complejos, ilustrados, urbanos y cosmopolitas; de la fusión existencial de ambos segmentos de la sociedad va emergiendo el lenguaje propio, particular, de MZ: novedoso, fresco, dinámico, vital y poético.

MZ es una escritora ducha. Se maneja con las técnicas de la narrativa moderna -monólogo, fragmentación, intertextos, neologismos, flashback- y a la vez se siente cómoda en las distintas locaciones o temáticas de sus cuentos, todas o casi todas del entorno inmediato, atravesadas comúnmente en forma colateral o transversal por el leitmotiv metaliterario que le obsesiona y transmuta. En la mayoría de sus relatos subyace y aflora la literatura como personaje principal o secundario, y en cada oportunidad que se le requiere emerge su condición innata de poeta resolviendo la trama en cuestión.

Podría aseverar a manera de conclusión que MZ se yergue hoy por hoy, sin dudas, como una joven y obsesiva narradora de raigambre maulina y universal, dado que no rehúye la forma ni el fondo de ningún argumento en sus textos, ni de raza, género, militancia, religión, grupo etáreo, clase social, procedencia geográfica, tiempo o espacio, y así se pasea por Talca, Praga o Rari con la misma suficiencia, prestancia y rigor intelectual, sin arredrar en lo más mínimo y sobreponiendo en toda circunstancia su calidad de mujer, escritora y maulina, orgullosa de ser como es: independiente y talentosa.

Tiene la rara virtud de calar en lo más genuino de la condición existencial de sus humildes y maravillosas creaturas, aquí y en la quebrada del ají.