El autor emprende en esta obra un viaje literario al Paraíso perdido, o a la vieja Arcadia helena, y nos conecta con sus recuerdos de infancia —tras una larga estadía en Nirivilo— donde se impregna de lo mejor de la identidad maulina. De regreso al viejo puerto, al país de los faluchos y guanayes, ya heridos de muerte por la modernidad, no se da por vencido y aún pinta, lee, escribe y sueña, (…) con un mundo mejor donde podamos recuperar la esencia del ser humano.

Una novela que narra la transformación que sufrió la ciudad de Constitución, con la instalación de la industria maderera en la zona.